Por Elena Martínez Sanz [profesora de la Universidad Complutense de Madrid y secretaria de la Sociedad Española de Epidemiología y Salud Pública Oral (SESPO)]
El pasado mes de octubre tuvimos el privilegio de contar con el Prof. Dr. Luis A. Moreno Aznar en el Congreso SESPO Zaragoza 2021. Moreno, que es Catedrático de Nutrición en la Universidad de Zaragoza, es autor de más de 700 artículos en revistas científicas y más de 100 capítulos de libros, y está considerado como uno de los investigadores más citados e influyentes a nivel mundial. Durante su intervención, el profesor Moreno recordó que, en 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe sobre consumo de azúcar en niños y adultos cuya conclusión más importante fue que debemos reducir el consumo de azúcares libres a menos del 10% del total de las calorías ingeridas al día, e idealmente por debajo del 5%. Y explicó que los «azúcares libres» no son sólo monosacáridos (como la glucosa y la fructosa) y disacáridos (como la sacarosa o azúcar de mesa) que se añaden a los alimentos y bebidas por parte de fabricantes, cocineros y consumidores, sino también los azúcares presentes de forma natural en alimentos como la miel y los jarabes o zumos de frutas, entre otros.
De hecho, en el estudio IDEFICS (Identification and prevention of Dietary- and lifestyle-induced health EFfects In Children and infantS), llevado a cabo en Europa con niños de entre 2 y 10 años, se calculó que el porcentaje de azúcares que consumían los niños de los ocho países participantes eran superiores al 10% recomendado. Por otro lado, en adolescentes de 12 a 18 años se llevó a cabo el estudio HELENA (Healthy Lifestyle in Europe by Nutrition in Adolescence) para valorar, también, el consumo de azúcares libres, en este caso de nueve países participantes, y como media se observó que el consumo de azúcares libres representaba el 19% de la ingesta diaria de calorías totales. Es decir, también un porcentaje muy superior a lo recomendado. Curiosamente, tanto en niños como en adolescentes, el consumo de distintos tipos de bebidas (como refrescos, bebidas deportivas e incluso bebidas formuladas a base de leche) aportan una gran cantidad de azúcares libres y de calorías.
La Dra. Irene Coll Campayo durante la presentación de su trabajo en el Congreso SESPO Zaragoza 2021
Otro mensaje importante que transmitió el profesor Moreno es que el nivel socioeconómico de las familias influye en el consumo de los temidos azúcares por parte de niños y adolescentes, de modo que los más vulnerables tienen patrones de alimentación más dañinos para su salud. Por otra parte, en muchos casos hay una asociación clara entre los comportamientos alimentarios y otras conductas no saludables, como por ejemplo el tiempo frente a las pantallas. En efecto, en adolescentes se ha estudiado este hecho, clasificándolos como “menos de 2 horas al día”, “de 2 a 4 horas” y “más de 4 horas”, y han podido comprobar la asociación entre comportamientos sedentarios, como ver la televisión, y el consumo de bebidas azucaradas. Claramente, también se vio que los que más televisión veían consumían menos fruta y verdura, y tenían hábitos de alimentación peores. Desde luego, no cabe duda de que la alimentación de los niños y adolescentes en España ha cambiado mucho en los últimos años. Particularmente, en 1984 se llevó a cabo un estudio en una muestra representativa de niños de toda España y se vio que entre los alimentos más consumidos estaban las féculas y la pasta, y que el consumo de bebidas azucaradas, en general, era muy bajo en ese momento. Actualmente, se sabe que en el patrón de consumo de los adolescentes hay un claro déficit de vegetales, verduras y frutas, sobre todo en varones, en paralelo a un exceso de consumo de aceites, grasas y dulces, así como de bebidas con alto contenido en azúcares.
Un remedio a esto sería optar por un patrón de dieta mediterránea, que es considerada una de las más saludables de las que existen a lo largo del planeta, por lo que en 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Sin embargo, la situación actual en cuanto al consumo de dieta mediterránea en los “países mediterráneos” no es la que nos gustaría. Esto se ha constatado en el estudio IDEFICS comentado anteriormente. Además, en 2017 una revisión sistemática de la literatura científica concluyó que deberíamos hacer un mayor esfuerzo por fomentar la dieta mediterránea.
Y junto a qué comemos, es muy importante también el entorno en el cual comemos, y esto es algo especialmente relevante en los niños y adolescentes. De hecho, algo a lo que se le da bastante importancia es, precisamente, a hacer las comidas con la familia, y especialmente la cena, que es cuando tenemos más probabilidades de coincidir todos los miembros. En este sentido, los estudios en adolescentes han comparado esta opción respecto de otras alternativas: adolescentes solos, con amigos, u otras opciones. Así, se ha visto, por ejemplo, que el consumo de fruta y verdura es menor en aquellos adolescentes que consumen la cena solos o con amigos respecto a aquellos que la consumen con la familia.
En definitiva, el Dr. Moreno nos instruyó magistralmente, y nos hizo reflexionar acerca del papel tan importante que tenemos todos los profesionales de la salud, incluidos los que nos dedicamos al ámbito de la odontología, sobre la alimentación y los estilos de vida de nuestros pacientes. De hecho, muchos asistentes al Congreso SESPO Zaragoza 2021 trabajan desde hace tiempo en temas relacionados con la nutrición. Precisamente, durante el congreso, la Dra. Irene Coll Campayo, profesora de Odontología Preventiva y Comunitaria de la Escuela Universitaria ADEMA (Universidad de las Islas Baleares), obtuvo el premio a la mejor comunicación oral al presentar el trabajo que han llevado a cabo, en escolares de Mallorca, sobre la asociación entre horas de pantalla y sobrepeso/obesidad, relacionándolo con la salud bucodental de los menores. Sin duda un estudio muy relevante y pertinente que abunda en las significativas interacciones entre salud, nutrición y odontología.